Mi amigo nunca gana
El premio al mejor
Cartel
Ya llevo tres años...tres,
Y mi mente se empecina
En ganar con mi cartel
En mi tierra de Valencina.
Lo que pasa… no sé,
La cosa no es cristalina
Y aquí lo podéis ver
Que el cartel es cosa fina.
Quien lo premia…. No sé
Lo juro por la Santina,
Uno cada año pinté
Y me falta una esquina
Para terminar la pared.
Mi cartel es el que miráis,
Pero el premio no trina,
Cada año hay un compromiso
En esta tierra vecina.
Me tengo que conformar
Con entregárselos a ustedes,
Para que puedan comprobar
La finura de mis pinceles
Cuando me pongo a pintar.
Ya no se, si soy buen pintor
O hay que ser de algún partido,
Para ganar alguna vez
O es un concurso perdido
Que cuelgo siempre en mi pared
Porque todos los años he perdido.
Pero como soy buen Valencinero
A la Feria he venido,
Y en este librito os entrego
Lo que de cartel que no ha servido.
El año que viene veremos
Si no hay un compromiso nuevo,
Mi cartel será el primero.
Y si no lo vuelve a ser
Le pediré a Maireles desde el cielo
Que lo pinte el… y seguro
Que quedara el tercero.
Autor: Carlos Valera
Sábado, 21 de junio de 2003
EL GORRILLA
Mi amigo nació en Montellano,
En este sur de Andalucía,
Lleva el arte en sus manos
Y en su sur... la sabiduría.
Es conversador incansable,
Que alivia la monotonía,
Y es tan responsable
Que enseña todos los días.
Es de esos hombres sencillos,
De talante, puro y natural
Al no se le caen los anillos
Con cualquiera del lugar.
José María es su nombre,
Por José, nadie lo conocerá,
Pero va con dos perrillos
Y una gorra al pasear.
Se para con todas las gentes,
Y su charla, es como estudiar,
Te paras con el un ratillo,
Y cada vez aprendes más.
Tiene la cátedra de la vida,
Es un Rector magistral,
Es un profesor divino
Y con el se va a charlar.
Te habla de la vida,
Te alegra con su cantar,
Te toca por bulerias,
Y hasta tiene un buen silbar.
Aunque todos lo escuchan,
Solo unos pocos entienden,
Que José María es así
Pese a quien le pese.
Es un libro andante...
Es el cantar de juglaria,
Es el verso hecho hombre,
Que el verbo, nunca lo diría.
José María lleva el arte,
Prendido de alegrías,
De fandangos y cantes
Desde cuba a Andalucía.
El pueblo le pone un mote,
Cosas de la tierra mía,
Él va siempre con su gorra
Sembrando fantasías.
Pero lo que nadie sabe,
En el pueblo de Valencína,
Que debajo de su gorra
Esta toda la sabiduría,
De un paísano de Sevilla,
Que siendo él más grande
Le llaman El Gorrílla.
Autor: Carlos Valera Real
22.06.04
A PEPE PEREGIL
Están de luto los balcones
Las saetas y las mantillas
Están de luto los Cristo
Y las vírgenes de Sevilla.
Y una blanca paloma
Entre los verdes pinares,
Con tristeza y con dolor
Camina a quitapesares
Para darte su último adiós
Pero nos dejas tu semilla
esa que tenias tu
que florece en alvaro
En el Barrio de Santa Cruz
Autor. Antonio G. Rivera
Federico Garcia Lorca
Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir.
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!
Poemas para un Pregón
De esta manera tan hermosa comenzó el Pregón de Antonio García Barbeito. Disfrutad cada palabra, saboread cada verso, leed.
Y hacedlo en voz alta, que en voz alta es como más alta suena la poseía.
No tengo cambio a la vista:
sevillista yo nací y moriré sevillista.
Si dibujo la Giralda
y un cielo azul por arriba,
la rocío de azahar
y de vieja sangre artista,
le pongo un río a sus pies
y pongo versos de orillas,
la pongo frente a la luz
y hasta la luz siente envidia,
y echo a rodar un balón
por un Nervión futbolista,
el fútbol se hace pasión
que no golpea, acaricia.
Blanquirrojea en el sur
la pasión definitiva.
Y por más que otros se empeñen
en volcar ortografías
y escriban siempre con be
lo que es con uve inequívoca,
esta ciudad, esta mujer,
esta gloria fugitiva
solamente tiene un nombre
con siete letras: SEVILLA.
Cien años cumples, mi amor,
mas tienes la gran virtud
de vivir en juventud
como eternizada flor.
Blanquirrojo tu color,
vives del tiempo testigo.
Yo te sueño y te persigo
con la única intención
de dejar mi corazón
cumpliendo siglos contigo.
¿Qué hago, enciendo cien velas
y te pido: “Sopla, sopla…”?,
¿O encargo al cielo una copla
cantada por cien abuelas?
Vístete de lentejuelas,
y óyeme lo que te digo:
hazle un sitio por tu abrigo
a mi amor desmesurado:
quiero quedarme a tu lado
cumpliendo siglos contigo.
Cientos de silencios tuyos
se han venido hasta el octubre
a ver si tu amor los cubre
con su delicado arrullo.
¿Oyes, mi amor, el murmullo
que está hoy aquí conmigo?
¿Oyes la emoción?
Te obligo,
lo merece esta afición,
a que dejes su pasión
cumpliendo siglos contigo.
¿Qué cielo quieres
que baje a rodear tu cintura?
¿Qué jardín,
de qué locura,
para rizarte de encaje?
Mira la pasión que traje
en el nombre más amigo.
Aquí siguen, aquí sigo,
aquí estamos, a la vista,
una pasión sevillista
que quiere morir contigo.
¿Regalos de qué tamaños
para celebrarte a ti?
¿En qué alfombra andalusí
paseamos tus cien años?
¿Con qué telas?
¿Con qué paños
tu nombre no desabrigo,
para que pueda tu trigo
seguir dándonos espigas
hasta donde tú nos digas,
siglos tras siglos contigo?
Déjame que hoy yo me vista,
por lo de tu centenario,
con mi traje de diario,
mi condición sevillista.
No se presta, se conquista
tan preciada maravilla.
Y es tan alta y tan sencilla,
que para sentirme hombre
a mí me basta tu nombre
sonándome aquí: Sevilla.
Pablo Neruda
(1904-1973)
Amarrada a la costa como una clara nave,
Cádiz, la pobre y triste rosa de las cenizas,
azul, el mar o el cielo, algunos ojos,
rojo, el hibiscus, el geranio tímido,
y lo demás, paredes roídas, alma muerta.
Puerto de los cerrojos, de las rejas cerradas,
de los patios secretos serios como las tumbas,
la miseria manchando como sombra
la dentadura antigua de una ciudad radiante
que tuvo claridad de diamante y espada.
Oh congoja del papel sucio que el viento
enarbola y abate, recorre las calles pisoteado
y luego cae al mar, se consume en las aguas,
último documento, pabellón del olvido,
orgullo del penúltimo español.
La soberbia se fue de los pobres roperos
y ahora una mirada sin más luz que el invierno
sobre los pantalones pulcramente parchados.
Sólo la lotería grita con mentira de oro:
el 8-9-3 el 7-0-1
el esplendor de un número que sube en el silencio
como una enredadera los muros de las ruinas.
De cuando en cuando golpea la calle un palo blanco.
Un ciego y otro ciego. Luego el paño mortuorio
de seis sotanas. Vámonos. Es hora de morir.
GRANADA